La gran mayoría de los padres de
adolescentes mujeres o varones no esperan que sus hijos se embaracen en esta
etapa de la vida. Esto, sin embargo, no va acompañado por una educación e
información que les permita a sus hijos evitar un embarazo, y entonces suelen aparecer reproches hacia
los hijos y entre ellos mismos.
En la medida en que estos padres acepten
o no el embarazo, ejercerán mayor o menor presión para que lo aborten o
acompañarán a sus hijos en esta circunstancia, con una cuota mucho mayor de
resignación que de real aceptación. La llegada del nieto suele poner paños
fríos sobre los rencores que se generaron cuando tomaron conocimiento del
embarazo, pero queda una cuenta pendiente, que se reactiva con frecuencia.
Nunca es muy claro el límite entre ayudar a los adolescentes a criar al niño
poniendo reglas precisas o las reglas son el castigo por lo que se atrevieron a
hacer.
Para aquellos padres que
esperaban que sus hijas terminaran sus estudios antes de embarazarse, suele ser
una gran frustración, que no siempre terminan de digerir.
Por eso, siempre es importante
que los padres se comuniquen abiertamente con sus hijos, los aconsejen, sean
sus mejores amigos y puedan orientarlos para hacer de su vida de adolescencia
un período de muchos cambios pero lleno de bonitas experiencias, y sobre todo
de poner en práctica una sexualidad responsable.
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